No está claro en qué momento comenzó a cultivarse el olivo por primera vez. Algunos creen que se remonta hasta 6.000 años antes de Cristo a orillas del Mediterráneo, entre Siria, Líbano y Grecia. Otros, que nació en Persia, incluso hay quienes piensan que nació en Egipto, a orillas del río Nilo. Sin embargo, y a pesar de su origen incierto, en lo que todos coinciden, es que la historia del aceite de oliva posee momentos cumbres de gran significado. Momentos que permanecen hasta nuestros días y cuyos valores debemos preservar y recordar.
El aceite de oliva en la Biblia
Son constantes las alusiones que la Biblia hace sobre este óleo fino, siendo un jugo sagrado que manaba de la tierra fértil de Palestina. Con él, se ungían sacerdotes reyes y profetas, y nunca se destinaba a profanos. Le rendían culto por su simbolismo en figuras y artilugios como los candelabros, cuyos brazos tenían forma de ramas de olivo.
Será en el huerto de Getsemaní, huerto de olivos, donde sucede uno de los momentos bíblicos más representativos de la historia del cristianismo. Lugar en el cuál, Jesucristo rezó a Dios Padre. Hoy día, aún se pueden encontrar allí algunos de los olivos más antiguos del mundo, datados de hace unos 2.000 años.
El comercio del pueblo filisteo.
Los filisteos, establecidos en la costa al suroeste de Israel, y en su dominio de la Via Maris, camino entre Egipto y El Líbano, desarrollaron una gran industria de producción de aceite en el año 5.000 a.C.
Éstos, crearon sistemas muy primarios para la extracción del aceite de oliva. Entre ellos, morteros de piedra para machacar las aceitunas, o recipientes elaborados con ramas entrelazadas y presadas con piedras para el almacenamiento de la pasta obtenida del mortero.
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La historia del aceite de oliva en Grecia
A pesar, de la antigüedad de los instrumentos filisteos encontrados en Israel, existen creencias de que el cultivo y la producción del aceite de oliva puede provenir del Paleolítico cretense entre el año 5.000 y 3.000 a.C. De hecho, es precisamente en la isla de Creta, durante el reinado de Minos, donde se hayan los primeros documentos escritos sobre la producción de aceite. Y donde se da testimonio de las relaciones comerciales de Creta con otros pueblos, como por ejemplo, Egipto, que hacia el año 2.000 comenzó a importar su aceite.
Como retazos de su historia, en las ruinas de Cnosos se encontraron prensas para la elaboración de aceite, y grandes ánforas de cerámica y cisternas pavimentadas para su almacenamiento.
Por otro lado, la mitología revela la gran importancia del olivo para su cultura, donde se narra la lucha entre los dioses Atenea y Poseidón para representar a la ciudad del Rey Cecrops. Cuenta el mito que para poner paz Zeus, dios de dioses, pone una prueba a ambas deidades. Entonces, Poseidón, dios del mar, clava su tridente en una roca de la que brotó una fuente de agua salada. Después, Atenea, diosa de la guerra y la sabiduría, haría crecer un olivo en la misma roca, con el que el pueblo se alimentaría, haría perfumes e iluminaría la ciudad. Su practicidad concedió la victoria a Atenea, y de ahí el nombre de la ciudad, Atenas.

La historia del aceite de oliva en Egipto
Antes de comerciar con los cretenses, el pueblo egipcio ya cultivaba el olivo el lo largo del delta del Nilo, entre 1580 y 1320 a.C. En sus creencias, la diosa Isis, gran madre Universal, había enseñado a los hombres los secretos del cultivo del olivo. De ahí, que se utilizara para numerosas aplicaciones como la cosmética, la elaboración ungüentos, la momificación, iluminación de templos, e incluso como alimento para aliñar lechugas.
Hay quiénes creen que el aceite de oliva ya se utilizaba en Egipto hace 5.000 años. Y de hecho, los consideran los primeros en realizar la extracción del aceite de forma mecánica.
La historia del aceite de oliva en Italia
Serán los griegos quiénes, durante la época de la su expansión, en torno al siglo VI a.C, lleven la producción de aceite de oliva a Italia. El cultivo del olivo, se extenderá entonces a lo largo de la costa mediterránea, desde Sicilia, hasta Trípoli y Túnez, y después, a la zona meridional, durante el reinado en la capital de Roma de Lucio Tarquinio Prisco.
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La llegada del aceite de oliva a Andalucía
Existen diferentes teorías acerca de la llegada del aceite de oliva a Andalucía. Hay quiénes defienden que su cultivo comenzó durante los siglos VII y VI a.C, durante la expansión griega por la costa mediterránea. También, quienes afirman que lo introdujo el gran pueblo comerciante fenicio, hacia el siglo XI a.C.
Lo que sí está claro, es que más tarde, los griegos comenzaron a traer a Hispania aceite de oliva en grandes ánforas de cerámica y odres de piel, cuya utilidad permaneció inclusive, hasta la llegada del pueblo romano, quiénes la utilizaban en la Liturgia italiana para cortos trayectos en los que transportar aceite. Y quienes, si bien es cierto, que a su llegada a la península en siglo II a.C, ya se encontraron con importantes cultivos, también, que fueron ellos quiénes, tras la conquista romana y con motivo del programa de urbanización y colonización desarrollado por César Augusto, hicieron que el aceite de oliva bético (de la provincia bética, actual Andalucía) comenzara a exportarse fuera de Hispania para abastecer provincias y colonias de legiones y habitantes romanos a lo largo de todo el Imperio.

La influencia de la cultura islámica
Según la tradición islámica, el olivo es el eje central que mueve el mundo, símbolo del hombre universal y del Profeta. Está considerado como un árbol bendito, y su aceite, alimenta las lámparas que iluminan las mezquitas.
Será el pueblo islámico, durante la conquista musulmana hacia el año 711, conocido en la historia del aceite de oliva por introducir grandes mejoras en la técnica de su cultivo. También, en la extracción del mismo, gracias a la introducción de la almazara, y todo su complejo mecánico y completamente innovador en aquella época. Asimismo, crearon grandes recipientes para almacenarlo. Además, de los importantes usos a nivel gastronómico y medicinal. De los cuáles hoy día conservamos gran herencia los países de la cuenca mediterránea, y sobre todo, España.
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